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Migrant Up

“A los 16 años tuve que dejar el instituto porque la situación económica no era buena”, admite Ahmed, alumno de Migrant Up, a la vez que confiesa que, sin embargo, su único sueño era seguir estudiando. Y se marchó. “Des de que salí de Ghana hasta que llegué al centro de menores en Barcelona, pasé por cosas que no le deseo a nadie”, confiesa.

“Lo primero que le dije a mi educadora es que quería estudiar”, remarca. Y así lo hizo. Prepararon un plan de estudios, y empezó a cursar un PFI de informática. “Al principio, fue muy difícil porque no hablaba el idioma, pero estudiar era lo único que tenía. Me podía evadir y me abría la mente”, explica. Al finalizar, su firme convicción de querer seguir formándose, le permitió acceder a un grado medio de informática.

Mientras estudiaba, cumplió la mayoría de edad y tuvo que dejar el centro de menores. Pero por suerte, pudo entrar en un piso de acogida. “Luego, ya pude alquilarme una habitación, porque gracias al grado medio, puede hacer prácticas y al terminar me ofrecieron un trabajo en la empresa.”, relata Ahmed.

“Quería devolver a la comunidad todo lo que me habían dado y, como no podía hacerlo con dinero, decidí hacerlo con cariño.”, explica. Así que empezó un voluntariado acompañando a personas con diferentes capacidades. Allí, sin él saberlo, se le abrirían muchas puertas. Y, como si del azar se tratase, hablando con uno y con otro, llego a la Fundación BarcelonActua.

“Es un espacio de oportunidades. Te apoyan para que puedas estudiar y no te tengas que conformar con trabajar de lo que sea. Creen en ti, y creen que todos debemos y podemos acceder a los mismos puestos de trabajo.”, explica Ahmed recordando el camino que le llevó a BarcelonActua.

Cuando conoció a la Fundación, él tenía claro que quería cursar un grado superior de programación. “Hice la preinscripción, pero no sabía cómo me las ingeniaría para hacer la matrícula”, admite. Pero para el momento en que se publicó la lista de aceptados en el grado, BarcelonActua ya había decidido becarlo. “Me pagaron la matricula, la tarjeta de transporte y me asignaron como mentor a Yikai, alumno de las Becas U-BAC”, relata Ahmed.

“A principio de curso pensé que no aprobaría. Pero Yikai, que había pasado por lo mismo, me apoyó y antes de cada examen me llamaba para explicarme lo que no entendía”, explica Ahmed mientas bromea diciendo que sin Yikai no hubiese aprobado el primer curso.

“Voy a clases de 8h a 14h, trabajo de 15h a 21h, y estudio en casa de 22h a 00:30h”, relata. Gana lo mínimo para pagar su piso, y poder priorizar sus estudios. Si algo puede definir a Ahmed, sin lugar a duda, es su perseverancia y empeño por buscar las oportunidades que de primeras no se le han dado. “Quiero ir a la universidad i estudiar ingeniería informática”, explica Ahmed.  Quiere estudiar y quiere ocupar espacios destinados a personas cualificadas para demostrar que los migrantes también pueden llegar allí y también pueden soñar con un futuro lejos de los trabajos precarios que se les asignan fruto de la necesidad.

Ahmed