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18/12/2023

De 2011 a 2023: el voluntariado siempre será el motor de BAC

Conocí BarcelonActua a través de un artículo en La Vanguardia que explicaba lo que era BAC: un proyecto local donde las personas intercambian acciones desde la horizontalidad", explica Assumpta recordando cuando decidió ir como voluntaria a la plaza de la filmoteca a repartir cenas por primera vez. Hace ya doce años que nació la Fundación, y una de sus primeras acciones fue repartir cenas los jueves en el Raval, el día que el comedor social de la calle Rovador cerraba sus puertas.

Las cenas en el Raval y las personas voluntarias que un día a la semana salían de casa cargadas de tuppers, con 7 raciones de comida, agua y fruta cada uno, y se plantaban en medio de la plaza de Salvador Seguí para repartirlo, podrían ser una precisa fotografía de los inicios de BAC. Una fotografía de una actividad que fue la semilla de una comunidad de personas, que con el deseo de involucrarse en su ciudad, terminaría siendo familia.

"Me quedé enganchada", reconoce Assumpta, voluntaria de BAC desde sus inicios. Tiene muy claro que la ilusión por comenzar un proyecto como este y la voluntad de involucrarse en la acción social hizo que todas las personas voluntarias se lanzaran de cabeza a la piscina y todos se apoyaran mutuamente. "No teníamos nada y lo hacíamos todo", apunta con una risa que oculta un gran sentimiento de orgullo y estima.

En el barrio del Raval nacieron ideas, actividades y, sobre todo, un sentimiento de comunidad que nos permitió seguir caminando hasta llegar a la Vila de Gràcia. "Empecé repartiendo los lotes de alimentos en la plaza del Sol con mis dos hijas", explica recordando José Luis, voluntario veterano de BAC. Siempre había tenido ganas de involucrarse de manera local, y en BAC encontró un espacio para materializar su voluntad y sus ideas.

"Tenía muy claras dos cosas: debíamos fomentar la socialización y acompañar en el aprendizaje del idioma", explica con convicción José Luis. Para él, la única manera de sensibilizar y romper prejuicios y miedos que hay en nuestra ciudad es dar la oportunidad a todos nuestros vecinos de poder conocer a personas con realidades diferentes a las suyas. Y para fomentar este vínculo con el vecindario y la ciudad, el idioma era esencial. Y así lo hizo.

"Empezamos tres voluntarios llamando a organizaciones para encontrar alumnos y así hacer clases de castellano", recuerda con cierta nostalgia. Este fue el origen del itinerario Idioma y las clases de castellano, catalán, Inmersión Lingüística y del Aula de Lectura, una puerta de entrada a nuestra ciudad y al acompañamiento de BAC.

La comunidad de voluntarios crecía y con ella las posibilidades de poner en marcha nuevos proyectos para acercarnos cada vez más a la ciudad que queremos. Las Mujeres del Mundo comenzaban a reunirse en la librería Saturniana mientras los Pequeños disfrutaban de actividades lúdicas con personas voluntarias; el Raval seguía trabajando y ya se servían cenas y desayunos tertulia cuatro días a la semana; se empezaba a originar lo que sería el programa Becas U-BAC con los primeros contactos con institutos de máxima complejidad de la ciudad; se consolidaban las recogidas de alimentos, las recogidas de ropa, e incluso nacían iniciativas como la T-BACSolidaria; las actividades lúdicas para favorecer la socialización, como el fútbol y la cocina, tomaban fuerza; y con todo este crecimiento, se llegó a crear la BACbenvinguda, una puerta para todas las nuevas personas voluntarias.

"Es un intercambio de solidaridad", admite José Luis cuando habla del engranaje de personas y actividades que han hecho posible BAC. "A veces no te das cuenta, pero siempre recibes. Yo he recibido muchísimo a través de las relaciones humanas que he hecho. Todos me han aportado. He aprendido a valorar, a relativizar, a compartir, y otras cosas que ni me puedo imaginar...", asegura Assumpta.

Y es que, en diciembre de 2011, cuando se encendía la primera chispa de BAC, una cosa estaba clara: la voluntad de crear una comunidad local donde todos dan y todos reciben. Después de una importante crisis que seguía sumergido al país, BarcelonActua quería ponerlo fácil a todas las personas que se querían implicar socialmente, pero no sabían cómo. Y con una firme convicción de que todas las personas somos potencialmente vulnerables, que todas tenemos alguna carencia y que todas tenemos algo que aportar, se empezó a construir lo que somos hoy.

"Me lo llevo siendo. BAC ya forma parte de mi ADN", afirma Assumpta. Y en BAC tenemos claro que todas y cada una de las personas voluntarias que se han involucrado en estos doce años han sido el motor que nos ha permitido avanzar. Gracias por cada tupper; por cada recogida de alimentos; por cada viaje en coche; por cada clase de idioma, de informática, de yoga, de danza...; por cada círculo de escucha; por cada actividad lúdica con los pequeños y los alumnos de cada uno de los programas; por cada acompañamiento; y por cada conversación. El ADN de BAC sois todos vosotros. Gracias por tanto.Conocí BarcelonActua a través de un artículo en La Vanguardia que explicaba lo que era BAC: un proyecto local donde las personas intercambian acciones desde la horizontalidad", explica Assumpta recordando cuando decidió ir como voluntaria a la plaza de la filmoteca a repartir cenas por primera vez. Hace ya doce años que nació la Fundación, y una de sus primeras acciones fue repartir cenas los jueves en el Raval, el día que el comedor social de la calle Rovador cerraba sus puertas.

 

Las cenas en el Raval y las personas voluntarias que un día a la semana salían de casa cargadas de tuppers, con 7 raciones de comida, agua y fruta cada uno, y se plantaban en medio de la plaza de Salvador Seguí para repartirlo, podrían ser una precisa fotografía de los inicios de BAC. Una fotografía de una actividad que fue la semilla de una comunidad de personas, que con el deseo de involucrarse en su ciudad, terminaría siendo familia.

"Me quedé enganchada", reconoce Assumpta, voluntaria de BAC desde sus inicios. Tiene muy claro que la ilusión por comenzar un proyecto como este y la voluntad de involucrarse en la acción social hizo que todas las personas voluntarias se lanzaran de cabeza a la piscina y todos se apoyaran mutuamente. "No teníamos nada y lo hacíamos todo", apunta con una risa que oculta un gran sentimiento de orgullo y estima.

En el barrio del Raval nacieron ideas, actividades y, sobre todo, un sentimiento de comunidad que nos permitió seguir caminando hasta llegar a la Vila de Gràcia. "Empecé repartiendo los lotes de alimentos en la plaza del Sol con mis dos hijas", explica recordando José Luis, voluntario veterano de BAC. Siempre había tenido ganas de involucrarse de manera local, y en BAC encontró un espacio para materializar su voluntad y sus ideas.

"Tenía muy claras dos cosas: debíamos fomentar la socialización y acompañar en el aprendizaje del idioma", explica con convicción José Luis. Para él, la única manera de sensibilizar y romper prejuicios y miedos que hay en nuestra ciudad es dar la oportunidad a todos nuestros vecinos de poder conocer a personas con realidades diferentes a las suyas. Y para fomentar este vínculo con el vecindario y la ciudad, el idioma era esencial. Y así lo hizo.

"Empezamos tres voluntarios llamando a organizaciones para encontrar alumnos y así hacer clases de castellano", recuerda con cierta nostalgia. Este fue el origen del itinerario Idioma y las clases de castellano, catalán, Inmersión Lingüística y del Aula de Lectura, una puerta de entrada a nuestra ciudad y al acompañamiento de BAC.

La comunidad de voluntarios crecía y con ella las posibilidades de poner en marcha nuevos proyectos para acercarnos cada vez más a la ciudad que queremos. Las Mujeres del Mundo comenzaban a reunirse en la librería Saturniana mientras los Pequeños disfrutaban de actividades lúdicas con personas voluntarias; el Raval seguía trabajando y ya se servían cenas y desayunos tertulia cuatro días a la semana; se empezaba a originar lo que sería el programa Becas U-BAC con los primeros contactos con institutos de máxima complejidad de la ciudad; se consolidaban las recogidas de alimentos, las recogidas de ropa, e incluso nacían iniciativas como la T-BACSolidaria; las actividades lúdicas para favorecer la socialización, como el fútbol y la cocina, tomaban fuerza; y con todo este crecimiento, se llegó a crear la BACbenvinguda, una puerta para todas las nuevas personas voluntarias.

"Es un intercambio de solidaridad", admite José Luis cuando habla del engranaje de personas y actividades que han hecho posible BAC. "A veces no te das cuenta, pero siempre recibes. Yo he recibido muchísimo a través de las relaciones humanas que he hecho. Todos me han aportado. He aprendido a valorar, a relativizar, a compartir, y otras cosas que ni me puedo imaginar...", asegura Assumpta.

Y es que, en diciembre de 2011, cuando se encendía la primera chispa de BAC, una cosa estaba clara: la voluntad de crear una comunidad local donde todos dan y todos reciben. Después de una importante crisis que seguía sumergido al país, BarcelonActua quería ponerlo fácil a todas las personas que se querían implicar socialmente, pero no sabían cómo. Y con una firme convicción de que todas las personas somos potencialmente vulnerables, que todas tenemos alguna carencia y que todas tenemos algo que aportar, se empezó a construir lo que somos hoy.

"Me lo llevo siendo. BAC ya forma parte de mi ADN", afirma Assumpta. Y en BAC tenemos claro que todas y cada una de las personas voluntarias que se han involucrado en estos doce años han sido el motor que nos ha permitido avanzar. Gracias por cada tupper; por cada recogida de alimentos; por cada viaje en coche; por cada clase de idioma, de informática, de yoga, de danza...; por cada círculo de escucha; por cada actividad lúdica con los pequeños y los alumnos de cada uno de los programas; por cada acompañamiento; y por cada conversación. El ADN de BAC sois todos vosotros. Gracias por tanto.

Conocí BarcelonActua a través de un artículo en La Vanguardia que explicaba lo que era BAC: un proyecto local donde las personas intercambian acciones desde la horizontalidad", explica Assumpta recordando cuando decidió ir como voluntaria a la plaza de la filmoteca a repartir cenas por primera vez. Hace ya doce años que nació la Fundación, y una de sus primeras acciones fue repartir cenas los jueves en el Raval, el día que el comedor social de la calle Rovador cerraba sus puertas.

Las cenas en el Raval y las personas voluntarias que un día a la semana salían de casa cargadas de tuppers, con 7 raciones de comida, agua y fruta cada uno, y se plantaban en medio de la plaza de Salvador Seguí para repartirlo, podrían ser una precisa fotografía de los inicios de BAC. Una fotografía de una actividad que fue la semilla de una comunidad de personas, que con el deseo de involucrarse en su ciudad, terminaría siendo familia.

"Me quedé enganchada", reconoce Assumpta, voluntaria de BAC desde sus inicios. Tiene muy claro que la ilusión por comenzar un proyecto como este y la voluntad de involucrarse en la acción social hizo que todas las personas voluntarias se lanzaran de cabeza a la piscina y todos se apoyaran mutuamente. "No teníamos nada y lo hacíamos todo", apunta con una risa que oculta un gran sentimiento de orgullo y estima.

En el barrio del Raval nacieron ideas, actividades y, sobre todo, un sentimiento de comunidad que nos permitió seguir caminando hasta llegar a la Vila de Gràcia. "Empecé repartiendo los lotes de alimentos en la plaza del Sol con mis dos hijas", explica recordando José Luis, voluntario veterano de BAC. Siempre había tenido ganas de involucrarse de manera local, y en BAC encontró un espacio para materializar su voluntad y sus ideas.

"Tenía muy claras dos cosas: debíamos fomentar la socialización y acompañar en el aprendizaje del idioma", explica con convicción José Luis. Para él, la única manera de sensibilizar y romper prejuicios y miedos que hay en nuestra ciudad es dar la oportunidad a todos nuestros vecinos de poder conocer a personas con realidades diferentes a las suyas. Y para fomentar este vínculo con el vecindario y la ciudad, el idioma era esencial. Y así lo hizo.

"Empezamos tres voluntarios llamando a organizaciones para encontrar alumnos y así hacer clases de castellano", recuerda con cierta nostalgia. Este fue el origen del itinerario Idioma y las clases de castellano, catalán, Inmersión Lingüística y del Aula de Lectura, una puerta de entrada a nuestra ciudad y al acompañamiento de BAC.

La comunidad de voluntarios crecía y con ella las posibilidades de poner en marcha nuevos proyectos para acercarnos cada vez más a la ciudad que queremos. Las Mujeres del Mundo comenzaban a reunirse en la librería Saturniana mientras los Pequeños disfrutaban de actividades lúdicas con personas voluntarias; el Raval seguía trabajando y ya se servían cenas y desayunos tertulia cuatro días a la semana; se empezaba a originar lo que sería el programa Becas U-BAC con los primeros contactos con institutos de máxima complejidad de la ciudad; se consolidaban las recogidas de alimentos, las recogidas de ropa, e incluso nacían iniciativas como la T-BACSolidaria; las actividades lúdicas para favorecer la socialización, como el fútbol y la cocina, tomaban fuerza; y con todo este crecimiento, se llegó a crear la BACbenvinguda, una puerta para todas las nuevas personas voluntarias.

"Es un intercambio de solidaridad", admite José Luis cuando habla del engranaje de personas y actividades que han hecho posible BAC. "A veces no te das cuenta, pero siempre recibes. Yo he recibido muchísimo a través de las relaciones humanas que he hecho. Todos me han aportado. He aprendido a valorar, a relativizar, a compartir, y otras cosas que ni me puedo imaginar...", asegura Assumpta.

Y es que, en diciembre de 2011, cuando se encendía la primera chispa de BAC, una cosa estaba clara: la voluntad de crear una comunidad local donde todos dan y todos reciben. Después de una importante crisis que seguía sumergido al país, BarcelonActua quería ponerlo fácil a todas las personas que se querían implicar socialmente, pero no sabían cómo. Y con una firme convicción de que todas las personas somos potencialmente vulnerables, que todas tenemos alguna carencia y que todas tenemos algo que aportar, se empezó a construir lo que somos hoy.

"Me lo llevo siendo. BAC ya forma parte de mi ADN", afirma Assumpta. Y en BAC tenemos claro que todas y cada una de las personas voluntarias que se han involucrado en estos doce años han sido el motor que nos ha permitido avanzar. Gracias por cada tupper; por cada recogida de alimentos; por cada viaje en coche; por cada clase de idioma, de informática, de yoga, de danza...; por cada círculo de escucha; por cada actividad lúdica con los pequeños y los alumnos de cada uno de los programas; por cada acompañamiento; y por cada conversación. El ADN de BAC sois todos vosotros. Gracias por tanto.

Conocí BarcelonActua a través de un artículo en La Vanguardia que explicaba lo que era BAC: un proyecto local donde las personas intercambian acciones desde la horizontalidad", explica Assumpta recordando cuando decidió ir como voluntaria a la plaza de la filmoteca a repartir cenas por primera vez. Hace ya doce años que nació la Fundación, y una de sus primeras acciones fue repartir cenas los jueves en el Raval, el día que el comedor social de la calle Rovador cerraba sus puertas.

Las cenas en el Raval y las personas voluntarias que un día a la semana salían de casa cargadas de tuppers, con 7 raciones de comida, agua y fruta cada uno, y se plantaban en medio de la plaza de Salvador Seguí para repartirlo, podrían ser una precisa fotografía de los inicios de BAC. Una fotografía de una actividad que fue la semilla de una comunidad de personas, que con el deseo de involucrarse en su ciudad, terminaría siendo familia.

"Me quedé enganchada", reconoce Assumpta, voluntaria de BAC desde sus inicios. Tiene muy claro que la ilusión por comenzar un proyecto como este y la voluntad de involucrarse en la acción social hizo que todas las personas voluntarias se lanzaran de cabeza a la piscina y todos se apoyaran mutuamente. "No teníamos nada y lo hacíamos todo", apunta con una risa que oculta un gran sentimiento de orgullo y estima.

En el barrio del Raval nacieron ideas, actividades y, sobre todo, un sentimiento de comunidad que nos permitió seguir caminando hasta llegar a la Vila de Gràcia. "Empecé repartiendo los lotes de alimentos en la plaza del Sol con mis dos hijas", explica recordando José Luis, voluntario veterano de BAC. Siempre había tenido ganas de involucrarse de manera local, y en BAC encontró un espacio para materializar su voluntad y sus ideas.

"Tenía muy claras dos cosas: debíamos fomentar la socialización y acompañar en el aprendizaje del idioma", explica con convicción José Luis. Para él, la única manera de sensibilizar y romper prejuicios y miedos que hay en nuestra ciudad es dar la oportunidad a todos nuestros vecinos de poder conocer a personas con realidades diferentes a las suyas. Y para fomentar este vínculo con el vecindario y la ciudad, el idioma era esencial. Y así lo hizo.

"Empezamos tres voluntarios llamando a organizaciones para encontrar alumnos y así hacer clases de castellano", recuerda con cierta nostalgia. Este fue el origen del itinerario Idioma y las clases de castellano, catalán, Inmersión Lingüística y del Aula de Lectura, una puerta de entrada a nuestra ciudad y al acompañamiento de BAC.

La comunidad de voluntarios crecía y con ella las posibilidades de poner en marcha nuevos proyectos para acercarnos cada vez más a la ciudad que queremos. Las Mujeres del Mundo comenzaban a reunirse en la librería Saturniana mientras los Pequeños disfrutaban de actividades lúdicas con personas voluntarias; el Raval seguía trabajando y ya se servían cenas y desayunos tertulia cuatro días a la semana; se empezaba a originar lo que sería el programa Becas U-BAC con los primeros contactos con institutos de máxima complejidad de la ciudad; se consolidaban las recogidas de alimentos, las recogidas de ropa, e incluso nacían iniciativas como la T-BACSolidaria; las actividades lúdicas para favorecer la socialización, como el fútbol y la cocina, tomaban fuerza; y con todo este crecimiento, se llegó a crear la BACbenvinguda, una puerta para todas las nuevas personas voluntarias.

"Es un intercambio de solidaridad", admite Jos&